Desde sus inicios Teatro del Velador se ha planteado la búsqueda y la investigación en el ámbito contemporáneo como manera de crear y definir un lenguaje propio. Define su teatro y su danza como “bruto”, bebiendo y basándose en el “arte bruto”, donde las técnicas y los sistemas de representación proceden de una invención completamente personal.
Si hay un común denominador de las obras propuestas, podría ser el de la obsesión por los motivos de lo feo y el desecho humano. Desafiando los cánones clásicos de equilibrio y armonía, o quizás ignorándolos, prefiriendo el desequilibrio, el exceso y lo inacabado, tal vez como reflejo de una violencia callada e interior, o como reacción silenciosa al dolor de una sociedad.
El hombre como objeto que custodia la memoria. El hombre usado de una manera bien distinta a como aparece en ciertas vanguardias históricas.
Podría decirse que a lo largo de sus treinta años de trabajo, Teatro del Velador asienta los pilares de esta manera de hacer y crea un estilo propio, reconocible y reconocido, no sólo ya en su teatro y danza brutos como elemento formal, sino también en la asimilación y expresión de una cultura contemporánea en la que se desarrollan y viven sus componentes.
Si hay un común denominador de las obras propuestas, podría ser el de la obsesión por los motivos de lo feo y el desecho humano. Desafiando los cánones clásicos de equilibrio y armonía, o quizás ignorándolos, prefiriendo el desequilibrio, el exceso y lo inacabado, tal vez como reflejo de una violencia callada e interior, o como reacción silenciosa al dolor de una sociedad.
El hombre como objeto que custodia la memoria. El hombre usado de una manera bien distinta a como aparece en ciertas vanguardias históricas.
Podría decirse que a lo largo de sus treinta años de trabajo, Teatro del Velador asienta los pilares de esta manera de hacer y crea un estilo propio, reconocible y reconocido, no sólo ya en su teatro y danza brutos como elemento formal, sino también en la asimilación y expresión de una cultura contemporánea en la que se desarrollan y viven sus componentes.