¡Ay Carmela!

¡AY, CARMELA! el texto teatral de José Sanchís Sinisterra se ha convertido ya es un texto imprescindible de la dramaturgia universal y que, como buen clásico, se renueva con los tiempos puesto que lleva en su ADN, es decir en su estructura y sus personajes, la humanidad hecha teatro.

¡AY, CARMELA! va a estar sin duda más vigente que en los últimos años, el público va a recibir sus réplicas directas al estómago, al corazón… va a sentirse cómplice de la desgracia de estos dos artistas que afrontan una situación extrema de manera muy diferente cada uno pero muy sincera y llenos de amor mutuo. Aunque el teatro solo se entienda representado ante el pueblo, ante la asamblea de ciudadanos, de vecinos, ante un grupo de personas, tiene la particularidad de hablarnos a cada uno de nosotros individualmente. Cada persona del público aporta su vivencia, su historia personal y, en definitiva, completa el acto teatral. ¡AY, CARMELA! nos enseña al ser humano en situaciones límite, nos muestra la ridiculez y la barbarie de la guerra, la mezquindad de los opresores y el orgullo del oprimido… de lo asquerosamente humanos que podemos llegar a ser.

¡AY, CARMELA! no deja de ser una historia pequeña. Un cuento con proyección universal. Dos artistas que son portadores de los valores del ser humano. Dos héroes anónimos como tantos otros. Digo “dos”, y digo bien, porque aunque Carmela haya sido la mártir, a Paulino también se le ha terminado la vida. Al igual que Carmela y Paulino son conscientes del público al que va dirigida su actuación, también nosotros debemos serlo, un público del siglo XXI, sí, pero un público también atemporal al que transmitir unos valores: la dignidad profesional y la humana, la superación del miedo, la resistencia al sometimiento, el valor, la pasión, la sensibilidad y el amor. (Alberto Castrillo. Director)