NO DECIR

En 1913 el filósofo Ludwig Wittgenstein se refugia en una cabaña en Skjolden, Noruega. Allí, como en esta representación teatral que ofician el actor Sergio Artero y el músico Gustavo Giménez, parece que las correspondencias entre las palabras y las cosas no están todavía resueltas ni definidas o previstas de antemano. Sin pasado o futuro no hay palabras que hagan un relato ni nada cultural. Sólo entonces la cabaña (la representación) se convierte en el puro lugar del ver, del contemplar. Un “paisaje” y un “presente”, como le solicitaba al teatro su contemporánea Gertrude Stein. Y por tanto, la vida expuesta, mostrada en lo abierto sin clausura. Allí sucede, en verdad, el tener lugar, el darse, de la vida misma, cuando el milagro de lo insignificante desafía la totalidad de lo real; tan real que solo nuestra impresión es, en sí misma, la expresión de esta obra.