La incapacidad de exprimirte es un espectáculo de danza-teatro que con un lenguaje contemporáneo trata el tema de las relaciones humanas, la necesidad de querer comunicarse con otras personas y sobre el mito de la compatibilidad perfecta. La media naranja.
La incapacidad de exprimirte ahonda en la idea de la repetición de patrones, emocionales y físicos. Unos patrones que nos llevan a repetir mecánica e intuitivamente acciones y propuestas vitales, en una aparente simple pero compleja y angustiosa búsqueda de ese espacio que nos permita encajar dentro del espacio que otros dejan.
De este modo desarrollamos plásticamente la metáfora de cómo las personas malgastamos nuestro tiempo intentando encontrar a otras personas que puedan ser totalmente compatibles.
Conceptos como el de la media naranja, la pareja ideal, el príncipe-azul, están muy presentes en el subconsciente individual y colectivo. Esto nos lleva a la sensación de que todo lo que se salga de esas preconcepciones sociales es desechable y fácilmente substituible, lo que nos obliga a vivir en una constante búsqueda y genera una frustración emocional, sexual y sensorial. Una frustración que se hace aún más presente cuando nos damos cuenta de que estamos persiguiendo un ideal que la sociedad ha construido artificialmente y que no existe, y que tan sólo nos queda afrontar la soledad de una manera cruda y realista.
La incapacidad de exprimirte ahonda en la idea de la repetición de patrones, emocionales y físicos. Unos patrones que nos llevan a repetir mecánica e intuitivamente acciones y propuestas vitales, en una aparente simple pero compleja y angustiosa búsqueda de ese espacio que nos permita encajar dentro del espacio que otros dejan.
De este modo desarrollamos plásticamente la metáfora de cómo las personas malgastamos nuestro tiempo intentando encontrar a otras personas que puedan ser totalmente compatibles.
Conceptos como el de la media naranja, la pareja ideal, el príncipe-azul, están muy presentes en el subconsciente individual y colectivo. Esto nos lleva a la sensación de que todo lo que se salga de esas preconcepciones sociales es desechable y fácilmente substituible, lo que nos obliga a vivir en una constante búsqueda y genera una frustración emocional, sexual y sensorial. Una frustración que se hace aún más presente cuando nos damos cuenta de que estamos persiguiendo un ideal que la sociedad ha construido artificialmente y que no existe, y que tan sólo nos queda afrontar la soledad de una manera cruda y realista.