FIN DE LA CITA

Existe algo aún más apasionante que contemplar cómo se construye una perfecta historia de amor: ver desde lejos cómo ésta se desmorona de la manera más grotesca y atroz. Y de ello nos encargaremos en “Fin de la cita”, buscando esa sonrisa algo malvada (aunque inofensiva) que todos llevamos dentro.

Para lograr una caída estrepitosa, uno primero tiene que subir hasta lo más alto. Esta máxima, como veremos, nos sirve perfectamente para describir la base narrativa de este espectáculo. En “Fin de la cita” planteamos ante todo una historia de devastación, una batalla encarnizada entre dos personajes que competirán por aniquilarse entre ellos. Expondremos con humor, pero también con descaro e intensidad, la peculiar manera que ambos tendrán de sugerirse mutuamente que pueden marcharse por donde han venido. Lucharán hasta las últimas consecuencias y lo harán sin caer en la vulgar violencia. La perversidad y el cálculo resultarán sin duda mucho más devastadores.

Pero para procurar a nuestros protagonistas esa cruel caída a los infiernos, tendremos que dejarles tomar impulso. Antes de situarlos en pie de guerra, haremos un rápido recorrido, tan sintético como cinematográfico, por las etapas de ascenso de su relación: se conocerán, se enamorarán, ascenderán socialmente y se consolidarán en lo más alto. Y entonces, desde arriba del todo, será cuando les daremos un empujón para que caigan estrepitosamente. Todos sabemos (aunque a veces lo disimulemos) que una caída ajena es, y lo será siempre, un material magnífico cuando se trata de encontrar la comicidad.