
Bailarina y coreógrafa de mirada transversal, Begoña Castro ha hecho del flamenco un territorio de tránsito entre lenguajes, memorias y geografías. Formada desde niña en el Real Conservatorio de Danza Mariemma, su cuerpo conoce la raíz y, sin embargo, baila desde la pregunta. Lejos de las formas cerradas, su baile se abre al riesgo de lo vivo, al temblor del presente. Ha compartido escenario con figuras como Güito, Manolete o Joaquín Grilo, pero su trayectoria no sigue una línea recta: es más bien un mapa afectivo que la ha llevado de los tablaos madrileños a festivales en Asia, Europa y América, donde su danza se despliega como una escritura en el aire, en diálogo con lo otro, con lo que no se nombra.
Desde 2006 investiga el cruce entre el flamenco y el Butoh japonés, y en ese encuentro —aparentemente improbable— ha descubierto una grieta fértil. De ahí brota una poética del despojo, del gesto mínimo, del silencio que también dice. En sus piezas conviven la escobilla y el haiku, la memoria de la mujer andaluza y la imagen suspendida del teatro Noh. Su baile no busca explicar, sino convocar. Ha bailado ante el emperador Akihito, ha sido invitada por la Embajada de España en Japón y ha presentado su obra en espacios como el Kyoto Art Center, UrBANGUILD, el Busan International Dance Market o la Dohjidai Gallery of Art.
Directora del proyecto *FLAMENCO EN PRESENTE*, su investigación escénica se entrelaza con la docencia y el pensamiento, generando un espacio donde el flamenco se transforma en herramienta de conciencia y creación. Sus temas recurrentes —la mujer, el viaje, el japonismo, la memoria— no son conceptos sino pulsaciones que atraviesan la carne del gesto.
Para Begoña, el baile es una forma de escucha, un acto de presencia radical. Cada creación suya es una puerta abierta a la transformación, un lugar donde el arte sucede como sucede el tiempo: íntimo, inevitable, profundamente humano.
ESPECTÁCULOS PUBLICADOS EN 2025

TRES HAIKUS PARA LORCA
Danza / Flamenco