En rara ocasión puede un@ deleitarse con el feliz y sorprendente hermanamiento de la voz de una soprano, tan audaz como enigmática, con el cordaje armónico y contrapuntístico de un guitarrista de muy sobrias y elegantes propuestas, que la arrope y transporte a paisajes sonoros nunca transitados antes por el oído humano con tan original formulación. Las electrizantes cuerdas de la guitarra de Caicedo, con su siempre sorprendente paleta de improbables efectos, se entrelazan con las radiantes melodías que esboza Schneider para revisitar y delectarnos con un amplio repertorio que nos conduce desde el corazón del repertorio renacentista hasta lo contemporáneo. Caccini, Granados, Ravel, Villa-Lobos, Ellington, Debussy, Gershwin, Strauss… reivindicando su atemporal belleza y confiriéndoles nuevos matices y sonoridades, desde el más profundo respeto y la más grande admiración.