Teatro | Clásico
70 minutos | Castellano | Todos Públicos
En mitad de un sofocante verano de 1626, en la imprenta zaragozana del maestro Vergés, se edita por primera vez La vida del Buscón llamado don Pablos, de Francisco de Quevedo.
Como en otras ocasiones ocurre con don Francisco, esa primera edición se realiza sin su consentimiento. Es, en cierto sentido, una copia pirata. Es una ironía a la altura de la historia el hecho de que las aventuras de uno de los antihéroes más incorrectos de la historia de la literatura española tengan como carta de presentación un acto de piratería editorial.
El castellano del siglo XVII está en un estado de forma magnífico. Los escritores, encelados en un toma y daca continuo de controversias palaciegas, intrigas políticas y estrecheces económicas, afilan al máximo sus mejores dagas: las palabras y los conceptos. La despiadada competencia por encontrar un hueco en la poblada sombra del árbol de la Corte agudiza el ingenio. Y Quevedo se maneja como nadie en esas aguas turbulentas. Su prosa es tan deslumbrante como su poesía. Su capacidad para el chiste, inabarcable, y su facilidad para narrar con desenvoltura y precisión forense los avatares de sus personajes, por ridículos y atrabiliarios que puedan parecer, indiscutible.
Como su personaje don Pablos, el Buscón, un ser marginal, que intenta rebelarse contra su destino de desheredado de la fortuna. Hijo de padres de conducta discutible y final indiscutible por deshonroso, su viaje en busca de la honorabilidad y la honra, sus intentos inútiles por ascender en la escala social de la época, lo ponen en contacto con todos los estamentos: el clero, la milicia, el mundo del dinero, el de las comedias, los chulos, las meretrices, los alguacilillos,.. Cuanto más virtuoso intenta ser, más tortuosos son los senderos que tiene que recorrer.
Y de ese contraste entre realidad y deseo, tan antiguo como el propio ser humano, brota un sentido del humor incontenible, torrencial y peripatético. Y también, insospechadamente, el amor.
Ficha Artística
- Autores:Francisco de Quevedo
- Adaptación:El Buscón es uno de esos textos que reúnen todas las condiciones previas para crear un espectáculo para todos los públicos: de Corte y Aldea, viejos y jóvenes, letrados más o menos. No es que pensemos que lo clásicos son divertidos. Es que, en muchas ocasiones, si no son divertidos, es que no son clásicos. El aburrimiento es la única enfermedad grave que aqueja al arte en general y al teatro en particular. De la mano de Quevedo, queremos seducir al espectador con una risa que provenga de una vivencia escénica singular y cercana. En la realidad escénica, nos mueve la convicción de que es mucho más sencillo para el espectador contemporáneo la literatura clásica que leerla. El teatro nos da esa posibilidad. El Buscón es una de esos textos que reúnen todas las condiciones previas para crear un espectáculo para todos los públicos: de Corte y Aldea, viejos y jóvenes, letrados más o menos.
- Traducción:
- Dirección:Ramón Barea
- Intérpretes:José Luis Esteban
- Producción:PRODUCCIÓN EJECUTIVA:MARÍA LÓPEZ INSAUSTI
- Escenografía:TOMÁS RUATA
- Coreografía:
- Vestuario:BEATRIZ FDZ BARAHONA
- Música: