PENÉLOPE

El Ulises a través de la mirada de Penélope.

Ulises-Penélope.

Hay muchos Ulises, desde el Ulises de la Odisea hasta el Ulises de las narices. Nosotros hemos decidido posar nuestra mirada en el Ulises de Joyce. Y este caldo de cultivo a base de realidad ha emergido por sí sola la figura de Penélope, la que espera la esperanza, la muy tonta…
¿Conseguiremos dar con su presente? Con el de Penélope. Ulises está fuera, como siempre. Nada es livianamente ficticio sino cruelmente real. Una extraña conjunción. Los dos están viajando por regiones desconocidas, tanto mentales como sentimentales. Pero Penélope es la que espera.
En esta niebla no hay caminos. No sabe por qué vericuetos meterse. Derriba a todos sus amantes pero también se derriba a sí misma. Lo único que no derriba es su recuerdo.
¿Teatro danza? ¿Danza teatro? Al final, lo que hace es mover los brazos como las personas que se están ahogando. Cada carcajada corresponde a una herida. Lo demás es danza de caleidoscopios y arcoíris.
Penélope se mueve entre la carne y la espera. Busca un movimiento, una forma de expresión sobre la realidad extraordinaria y la aniquilación innecesaria a la espera del amor. Su historia tiene que ser entendida como un despertar.
Ahora sólo nos queda apelar al único derecho que tenemos: el derecho a permanecer en silencio.