UNA FLOR EN LA NEVERA

Una flor en la nevera es un espectáculo de teatro documental contemporáneo donde el documento son los cuerpos. Pieza creada a partir de entrevistas y observaciones sobre personas que tuvieron la vivencia de la invasión en la infancia, mezcladas con prensa cotidiana que a diario nos presenta este tipo de hechos como algo cotidiano. La obra muestra las consecuencias perennes que sufre el ser humano a partir del abuso sexual.    
                                                                                                                                                                     
Sus temáticas son la fragilidad de la infancia, y la responsabilidad de las personas adultas que le rodea, su capacidad para querer ver a aquellos seres que les invaden el cuerpo, adult@s en muchas ocasiones pertenecientes al ámbito familiar y cercano. Esta fragilidad está en escena en el cuerpo de muñecas congeladas, cuerpos inocentes que crecen paralizados, las muñecas durante la obra van descongelándose a la vez que un cuerpo verbaliza su secreto.
 
El personaje protagonista es un cuerpo adulto que habla con otros cuerpos adultos, les desvela su secreto y les pide se hagan responsables de este saber. La interpretación de este personaje universal, el cuerpo invadido, que representa una mujer anónima, es intenso, visceral y directo. 
 
Su actriz_creadora y dramaturga de la obra, Mercedes Herrero Pérez, mejor actriz por la Unión de Actores de Castilla y León en 2017, afirma que el espectáculo es un ritual de sanación, porque sólo verbalizando lo sucedido y pudiendo señalar al responsable del hecho la persona puede sanar. Una ceremonia de sanación en la que el público juega un papel fundamental, el hecho narrado sucede en la infancia, por lo que la responsabilidad recae sobre las personas adultas a las que se verbaliza la vivencia. Las preguntas lanzadas son: ¿queremos saber?, ¿cómo queremos posicionarnos ante esos antropófagos de cuerpos ajenos?, ¿indulto o no indulto?
 
La puesta en escena  nos presenta un espacio de invernadero en el que un  cuerpo paralizado resiste el paso del tiempo, muestra su lucha para poder moverse y salir a la luz, poder destapar el secreto guardado durante gran parte de su vida.  Destaca por estar habitada de pequeños objetos cotidianos cargados de simbolismo. El personaje va pasando por ellos, iniciando el viaje en un viejo castillo de juguete como jaula de cristal donde ha vivido encerrado toda su vida para protegerse, hasta terminar situándose junto al espacio de las muñecas congeladas que sólo pueden deshacerse del bloque de hielo que les rodea cuando el personaje protagonista cose su cuerpo roto. 
 
La comunicación con el público es el eje transversal de la obra, los ojos de l@s espectadorxs son el punto de partida de este ritual de ofrecimiento de la verdad sobre un hecho, un ofrecimiento para mostrar una verdad descarnada: la invasión de un ser humano hacia otro ser humano. Es un ritual de sanación para el personaje y catarsis para el público. Dirigido a un público con deseo de saber y posicionarse, espectadores que entren al teatro a abrir los ojos y el corazón. 
 
El texto urbano, poético y directo, está escrito por Mercedes Herrero, creadora nacida en el teatro físico y la palabra encarnada,  apoyada en su labor escénica por los creadores plásticos Vesna Bolanca y Patxi Vallés Moratinos. 
#contralaviolenciadegenero